martes, 20 de marzo de 2007

¿Qué sucede con la salud en la Argentina?

Lo fundamental para que un estado funcione debidamente es la educación, la salud y la seguridad, pero por algún extraño motivo, en la República Argentina, es lo que peor se encuentra.

La seguridad está en crisis, la educación es un punto olvidado y la salud…es un privilegio que sólo pueden obtener los más afortunados.

Hospitales públicos

Hace meses que casi no funcionan: ya sea por huelga del personal de limpieza, protesta de médicos, enfermeros o camilleros o por escasez de fondos para los insumos, sin tener en cuenta la falta de los equipamientos necesarios para intervenciones quirúrgicas complejas o estudios avanzados.
Cuando ninguna de estas problemáticas afecta su funcionamiento, debemos contar con la burocracia a la hora de conseguir turnos, que a veces se demoran hasta tres meses desde el momento en el que son solicitados; se han dado casos de personas que fallecen sin haber podido llegar a ser tratados en un hospital por la demora de los mismos.
Las salas médicas, y sin subestimar a nadie, en su mayoría no están a cargo de médicos, sino de enfermeras/os que no siempre se encuentran capacitados para tratar los casos que pueden llegarles.

Obras sociales

Para evitar esos problemas, hasta hace tres meses, la salvación perfecta eran las obras sociales. Quien contaba con una, tenía atención médica permanente, servicio ambulatorio, realización de estudios, internación, en fin, los servicios brindados por un seguro hospitalario ofrecidos a bajos costos.

Hoy las obras sociales son una meta inalcanzable para la mayoría de los ciudadanos, los precios aumentan exageradamente día a día, muchas de ellas, además, se encuentran fuera de servicio.
Historia de un hospital en decadencia

El famoso Hospital de Clínicas, desde donde salen la mayoría de los profesionales de la salud, esta totalmente en caos.

El nosocomio cuenta con 17 pisos, 23 ascensores, 23 quirófanos, 50 salas de internación, tres mil empleados, de los cuales 1000 son médicos realizando sus pasantias y durante varias décadas fue el hospital modelo de América Latina.

Su construcción comenzó en 1879 y en 1884 se oficializó su traslado a la Universidad de Buenos Aires. En sus pabellones se logró la primera aplicación de insulina, la descripción de la enfermedad de Ayerza, el primer cateterismo cardíaco y las primeras residencias médicas, pero ahora en sus pasillos sólo quedan residuos patológicos y paredes rasgadas.

Del gran hospital que alguna vez fue, sólo funcionan 5 ascensores sin la debida habilitación, escaleras inutilizadas debido a la basura que hay desparramada allí, 12 quirófanos, 23 salas de internación y un casi inexistente presupuesto para insumos.

En algún momento en la historia de este hospital escuela, estaban disponibles entre 800 y 1000 camas, de las cuales solamente quedan 200.

Hay varios pisos completamente deshabitados, con sus ventanas rotas, repletos de deshechos de más de dos meses. En los pasillos de los pabellones “habilitados” se pueden observar bolsas negras y rojas con residuos, las negras en teoría, no representan ningún riesgo para la salud de quienes estén en contacto, pero las rojas son residuos patológicos –nocivos, venenosos o contaminados-, en los techos, se pueden notar caños con permanentes pérdidas de deshechos cloacales.

“Clínicas” depende directamente de la Universidad de Buenos Aires, quien dedica un mínimo presupuesto anual, con el que es literalmente imposible manejar un hospital de esta categoría.
El día 8 de agosto de 2006, el interventor a cargo del hospital, Sr. Ángel Alonso, denunció en una misiva enviada al vicerrector de la UBA, Aníbal Franco, la situación del nosocomio, y aclaró que si no le eran otorgados $ 2 millones inmediatamente, estaría peligrando seriamente el funcionamiento del mismo.

Conclusión

¿Qué debemos esperar de un país donde, en lugar de progresar, retrocede? ¿De quién depende la salud? ¿Por qué cada día hay más enfermos y menos hospitales? ¿Hasta cuando será así?
Toda sociedad depende directamente de la salud, hasta las tribus primitivas contaban con médicos curanderos que se hacían cargo. Hasta en la guerra, bien o mal, son destinados fondos para la salud, pero en la Argentina, eso sólo es un lejano sueño.

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