Nada es suficiente ante la inseguridad
“Tengo 13 años y si quiero mato porque mañana salgo en libertad” decía un joven mientras tomaba de rehenes a los empleados y clientes de una pizzería ubicada en la ciudad bonaerense de La Plata. Al escaparse del local ingresó a una vivienda de la zona y redujo a una familia constituida por una abuela, un matrimonio y dos niños hasta que, algunas horas después el Grupo Halcón intervino. Si bien dos personas quedaron detenidas, el menor tal como lo había anunciado permanece libre.
Por otro lado, en Mendoza una periodista y su camarógrafo cubrían un asalto cuando irónicamente, un motochorro se apoderó de la cámara y la cartera de la reportera. Aunque la denuncia fue radicada en forma inmediata la policía no pudo resolver nada.
Casos como los tratados en este informe suceden constantemente y sólo en la provincia de Buenos Aires, se estima que se realizan 17 denuncias de robos por hora según la Jefatura Departamental de Policía. No todos los asaltos son denunciados, pero se tomó por costumbre que en cada local atracado sea colocado un cartel con una cruz roja donde puede leerse la leyenda “Reclamo Seguridad”. Al recorrer las calles de cualquier ciudad tomada al azar el panorama es desolador: los ciudadanos sospechan de cada persona que ven, los locales cierran sus puertas y atienden tras unas rejas, en los semáforos los automovilistas traban las puertas de los vehículos si ven que una moto se acerca y los niños que antes pedían en la calle ahora se convirtieron en fruto de caos y preocupación.
Mientras tanto en Junín, provincia de Buenos Aires, los ciudadanos decidieron cerrar los comercios en protesta a la inseguridad que afecta a la zona. El cierre programado se llevará a cabo el próximo viernes de 11 a 12 con el total apoyo de los foros de seguridad. Piden, también, que se implementen políticas de seguridad pública que amparen a los ciudadanos del partido.
La medida fue tomada luego de conocerse que en una localidad cercana, Tres Arroyos, la gente formó brigadas de autodefensa ante la falta de respuesta por parte de la justicia. Las tropas están compuestas por los propios ciudadanos, quienes se turnan para cuidar del lugar. Durante las noches, lejos de convertirse en una ciudad oscura y tranquila, se puede observar en cada esquina y sobre algunos techos, vecinos que vigilan las propiedades de todos. Permanecen conectados con celulares y se autoprotegen portando revólveres y carabinas. Cada noche, a pesar de su nueva forma de vida, se escuchan disparos de armas de fuego y la sirena de alguna alarma que advierte, a lo lejos, que nada terminará con esta ola delictiva que afecta a la República Argentina.
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