viernes, 5 de enero de 2007

UN DÍA EN LA GUERRA

En este relato podemos conocer como es un día en la vida de un soldado.

Fue escrito en base a entrevistas que realicé a un soldado nativo de Chile, que en este momento se encuentra en la guerra de Irak.

Por cuestiones de seguridad no trascenderá su verdadera identidad, su nombre ficticio es “Humberto Miguel”.

Carta de un soldado al mundo

Mi día comienza a las 5:30 AM, lo primero que hago es agradecer que haya pasado otro día y aun siga con vida. Lo siguiente es recordar, que para los Estados Unidos, sólo somos artículos, materiales, no somos personas, si cumplimos el trabajo, somos héroes; enfermamos y no servimos; nos hieren y no existimos. Para ellos cuentan sus soldados, si somos latinos, europeos o iraquíes, nuestras vidas no importan. Para los musulmanes, somos infieles, aun no se por qué. Nuestros países de origen, muchas veces hasta desconocen el hecho de que estemos en la guerra.

Luego de levantarme, un jeep nos lleva hasta donde desayunare junto a mis compañeros, nos armaremos con fusiles y pistolas entre otras municiones, nos subiremos a los vehículos que gentilmente Estados Unidos nos otorgan, ahí demuestran el “cariño” que nos sienten: invirtiendo millones de dólares en armas y vehículos de la más variada gama. Ahora si, ya se inicia la actividad de mi día.

Mi trabajo es ser PSD, algo así como guardaespaldas, protejo personas de alto cargo, protejo y muchas veces debo matar.

Luego del desayuno, nos dirigimos a buscar al ministro que se asigne ese día para mi cuidado, o a escoltar un convoy (*), y espero, deseo que no deba hacer esta ultima tarea, es la mas peligrosa. Hay que recorrer grandes distancias y muy difíciles.

Hay un sector de Irak que llamamos “Carretera de la muerte” son mas o menos 15 minutos, 15 minutos… una eternidad… peligro constante. A cada minuto espero un disparo dirigido hacia mí. Alrededor sólo hay vegetación, el escondite ideal para terroristas y seguidores de Saddam.

Hoy me tocó escoltar un convoy… y mientras recorro esa carretera pienso que al menos para mí, los iraquíes no son malos, sólo son victimas de unos cuantos terroristas que pelean contra “los infieles de EE.UU.” como ellos lo llaman.

Como decía antes, espero ese disparo que termine conmigo, pero no me da miedo ese momento, sí antes, también después, pero durante ese instante, no. Es difícil de explicar, y quizás no comprendan, pero en ese segundo desde que sale el proyectil, hasta que impacta en mí, ese segundo que me separa de la muerte, en ese tiempo, vivo.

En Bagdad hay dos zonas, la zona verde y la roja. La verde, donde vivo yo, es la menos peligrosa, los bombardeos que hay son, en su mayoría, por la noche. No hace falta aclarar cual es la roja (…)

Para cumplir la misión del día debo cruzar la zona roja, y quizás no vuelva a la verde.

Cuando estuve en mi país de vacaciones, pase por una artillería, donde se estaban haciendo disparos de prueba, me fue inevitable pensar que sólo eran pruebas, mientras en ese mismo instante gente inocente en los combates estuviese muriendo. Allí ningún tiro es desperdiciado, y mueren personas, que quizás el único pecado que cometieron fue estar en la línea de fuego.

Han pasado casi cuatro horas y volví a la zona verde, ya entregué mi cargo -así llamamos a todo lo de armería- la misión de hoy duró poco; hay algunas escoltas que duran hasta dos días, otras que debo custodiar sólo hasta cierto lugar, donde allí están esperando americanos con artillería pesada.

Es hora de ducharme, mi momento de reflexión, donde puedo meditar y pensar tranquilo.

Después de eso, llegó por fin la hora del “almuerzo”, la comida de nosotros es una “ración de combate”. Son alimentos envasados en un sólo paquete, pero todo artificial ya sea dulces, chocolates, chicles, fósforos, bistec con arroz que se calienta a través de una bolsita que lleva carburo, se le pone agua y calienta al instante la comida. En resumen todas las vitaminas que el cuerpo necesita en un día, pero todo artificial.

Me quedan algunas horas libres, decidí ir al PX, es un centro comercial donde van todas las fuerzas de la coalición a comprar diferentes cosas. Nos juntamos ciudadanos de todos los países, es un lindo momento.

Cuando regreso, prefiero encerrarme en el lugar donde duermo, allí puedo encontrarme conmigo mismo, pero en ese momento recuerdo algo que logra quebrarme: no fueron mis compañeros fallecidos, ni ese niño que se acercó y debí dispararle por defender mi vida; lo que logra sensibilizarme, es recordar que a miles de kilómetros de acá, en otro continente, con otro clima, con otro idioma, esta lo mas sagrado para mi: mi madre.

Mi día terminó, y lo disfruté cada segundo, porque pudo ser el último. Estoy por acostarme a dormir, cerca se escuchan unas explosiones, los ruidos son similares a los fuegos artificiales, los usaba cuando era chico para divertirme en fiestas de fin de año, solo que ahora ese ruido ya no es agradable.

Escuchare música con audífonos así, cuando las explosiones se acerquen ya no las sienta, y si mañana despierto, nuevamente agradeceré que otro día haya comenzado.

*Convoy: Especie de camión que arriba al aeropuerto la logística necesaria para sobrevivir en las zonas de guerra.


rominasoledadgiuffre@hotmail.com

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